En medio de tensiones económicas, rumores de crisis y negociaciones estancadas con el FMI, el presidente argentino Javier Milei protagonizó un viaje relámpago a Estados Unidos. Su objetivo: conseguir una foto con Donald Trump en la lujosa Gala de los Patriotas, celebrada en Mar-a-Lago. Pero lo que iba a ser un gesto de alto impacto terminó en desilusión, gritos y una retirada intempestiva.
Una visita clave en medio de la presión sobre el dólar y el FMI
La escena económica argentina era —y es— crítica. Con el dólar presionado al alza, negociaciones empantanadas con el Fondo Monetario Internacional y una creciente incertidumbre sobre el rumbo económico, Javier Milei emprendió un sorpresivo viaje a Estados Unidos. ¿La excusa oficial? Recibir el Lion of Liberty Award (Premio León de la Libertad), un reconocimiento sin peso real ni institucional, en el marco de la Gala de los Patriotas organizada en Mar-a-Lago.
Sin embargo, el verdadero objetivo del viaje era otro: lograr una foto con Donald Trump, una imagen simbólica para mostrar cercanía con el expresidente republicano y, de paso, insinuar un supuesto acuerdo de arancel cero entre Argentina y Estados Unidos —algo completamente improbable en el actual contexto de guerra comercial global.

Glamour, fiesta y una ansiedad creciente
La gala fue majestuosa, digna de una película de Hollywood. Luces, trajes de gala, mesas numeradas y un ambiente cargado de poder e intereses. Milei fue una figura llamativa de la noche: bailó, sonrió, se sacó fotos con figuras como Natalia Denegri —una de las gestoras del lobby de Olivos en Florida— y posó como una estrella. Su mesa: la número 182, de un total de 200. Lejos del centro, lejos de Trump.
Pero mientras el ambiente brillaba por fuera, la tensión se acumulaba por dentro. A medida que pasaban los minutos y Donald Trump no aparecía, la ansiedad del presidente argentino crecía. Según versiones no oficiales, su enojo comenzó a trasladarse al canciller Gerardo Werthein, a quien responsabilizaba por la ausencia del expresidente.

El momento de furia: Werthein a los gritos, y una retirada cargada de insultos
De acuerdo con versiones recogidas por el organizador Glenn Parada, Werthein habría perdido los estribos durante el evento, gritando a los organizadores por lo que ya se sentía como una emboscada diplomática. La furia se desató entre los miembros de la comitiva argentina, y la decisión final fue abandonar el evento de forma intempestiva y entre insultos, sin lograr la tan buscada foto.
¿Llegó Trump? El misterio de los 20 minutos
Lo más insólito llegó después. Glenn Parada aseguró que Donald Trump llegó a Mar-a-Lago apenas 20 minutos después de que la delegación argentina se retirara. Algunos lo interpretan como una excusa para salvar las apariencias, pero medios internacionales como The Independent y WiProud confirmaron que Trump sí estuvo en el lugar esa noche, tras una actividad privada con golfistas.
Pero otras versiones afirman que Trump ni siquiera ingresó al evento: fue directamente a su casa en Mar-a-Lago, sin detenerse en la gala. Sea cual sea la verdad, lo que quedó claro es que Trump no quiso encontrarse con Milei. El gesto —o su ausencia— fue elocuente.

El verdadero motivo del desplante: FMI, China y poder real
Mientras Milei buscaba una foto, Trump tenía la cabeza en otro lado: la fusión de las ligas de golf PGA Tour y LIV, un objetivo personal que estaba negociando ese mismo día. Su prioridad no era la política exterior, ni Argentina.
Pero los analistas coinciden en que el desaire tuvo razones de fondo mucho más complejas:
- El staff del FMI aún no acordó los términos de un nuevo desembolso para Argentina. No hay tramos, fechas ni montos definidos.
- Estados Unidos no quiere que los fondos del FMI se utilicen para financiar la salida del cepo o frenar el tipo de cambio.
- Mauricio Claver Carone, asesor clave de Trump y enemigo declarado de Guillermo Francos —actual jefe de Gabinete de Milei—, es el principal crítico del gobierno libertario. Y sus palabras, dicen los expertos, son las palabras de Trump. Destacó hace pocos días que el FMI apoyaría a Argentina con el préstamo siempre y cuando parte de ese dinero se utilice para cancelar el swap con China.
- Javier Milei pretendía plantear un régimen de aranceles cero entre Argentina y EEUU, en medio de la guerra de aranceles que ha planteado Donald Trump
Claver Carone se reúne casi a diario con el expresidente y tiene más peso que incluso el secretario de Estado, Marco Rubio. Fue representante de Trump ante el FMI, el BID y el Consejo de Seguridad de la ONU. Su postura es clara: Estados Unidos no respaldará a la Argentina mientras Milei mantenga el swap chino, un préstamo que fortalece las reservas del Banco Central pero que Washington considera parte de la influencia de Pekín en América Latina.

Un premio vacío y una diplomacia improvisada
Para agravar el contraste, mientras Milei fue ignorado, días antes Trump enviaba una carta formal a Nayib Bukele, el presidente de El Salvador, elogiando su gestión contra la inmigración y la inseguridad, e invitándolo a una visita oficial a la Casa Blanca el próximo 14 de abril. Esa es la diplomacia real. La que se planifica, se gestiona con tiempo, y se construye con embajadores y canales oficiales. No con viajes improvisados y cenas de gala en busca de fotos. Como señalan expertos en relaciones internacionales, las visitas oficiales no se improvisan. No se fuerzan ni se gestionan de un día para otro. No se compran con mesas lejanas en eventos caros. Se gestionan con tiempo, con diplomáticos idóneos, embajadores activos y canales institucionales sólidos.
Conclusión: una foto ausente, una señal contundente
El viaje de Javier Milei a Mar-a-Lago terminó siendo un símbolo de lo que no debe hacerse en política internacional. Fue en busca de una foto y volvió con un silencio que dice más que mil palabras. Un viaje que costó caro —literal y políticamente—, sin resultados concretos, y que expuso las fragilidades de una estrategia exterior basada más en afinidades ideológicas que en diplomacia real.
