La creciente ola de deserciones en el ejército ucraniano se ha convertido en un desafío crítico para el país, debilitando su capacidad defensiva y, en consecuencia, beneficiando a las fuerzas rusas en el conflicto en curso. Esta situación también representa un obstáculo significativo para los objetivos de la OTAN y de varias naciones europeas que perciben el avance ruso como una amenaza directa. Entre enero y agosto de 2024, más de 45 mil soldados ucranianos abandonaron sus puestos, según datos de la Fiscalía General de Ucrania. Esta cifra representa más de la mitad de los más de 81 mil casos registrados desde 2022. Algunos informes elevan el número total de desertores a más de 100 mil, lo que equivale aproximadamente al 10% del personal de las Fuerzas Armadas de Ucrania.
Sin embargo Según un artículo de Defense News, se estima que antes de la campaña de movilización, alrededor de 300.000 soldados ucranianos estaban involucrados en combates. Un legislador con conocimiento en asuntos militares estimó que el número real de desertores podría alcanzar los 200.000.
Estas cifras reflejan la magnitud del desafío que enfrenta el ejército ucraniano en términos de deserciones y la necesidad de abordar este problema para mantener la eficacia operativa en el conflicto en curso.
La OTAN en alerta
La OTAN y sus estados miembros han expresado preocupación por el debilitamiento de las fuerzas ucranianas, ya que una Ucrania debilitada podría facilitar el avance ruso hacia otras regiones de Europa del Este, aumentando la percepción de amenaza en el continente. En respuesta, la OTAN ha reforzado su presencia en Europa del Este y ha instado a sus miembros a aumentar el gasto en defensa para contrarrestar el avance de Rusia.

En el complejo y volátil escenario del conflicto entre Rusia y Ucrania, el presidente ruso, Vladímir Putin, ha intensificado su postura al amenazar con atacar «centros de toma de decisiones» en Kiev, incluyendo potencialmente edificios gubernamentales. Esta advertencia surge en respuesta a los ataques ucranianos en territorio ruso utilizando armamento occidental de largo alcance. Paralelamente, Ucrania enfrenta desafíos internos significativos, como el aumento en las deserciones dentro de sus fuerzas armadas y avances rusos en el este del país. Estas dificultades se ven agravadas por la inminente toma de posesión del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, quien ha manifestado su intención de reducir la ayuda militar a Ucrania. Ante este panorama, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha propuesto un alto el fuego y el fin del conflicto, buscando que el territorio bajo control de Kiev quede «bajo el paraguas» de la OTAN. Esta iniciativa refleja la urgencia de Ucrania por encontrar una solución diplomática que garantice su seguridad y soberanía en medio de crecientes presiones tanto internas como externas. La situación actual subraya la complejidad del conflicto y la necesidad de esfuerzos diplomáticos concertados para evitar una escalada mayor y alcanzar una paz duradera en la región.

La deserción está planteando un desafío significativo para el ejército ucraniano, privándolo de la mano de obra que necesita urgentemente y dificultando la ejecución de sus planes estratégicos en un momento crítico del conflicto con Rusia. Esta situación podría debilitar la posición de Kiev en futuras negociaciones de alto el fuego, exponiéndolo a mayores desventajas.
Según declaraciones de soldados, abogados y funcionarios ucranianos, decenas de miles de militares, agotados y enfrentando severas carencias, han abandonado sus puestos en el frente de batalla. Este fenómeno, que incluye unidades completas retirándose de sus posiciones, ha dejado expuestas líneas defensivas y acelerado la pérdida de territorio, según reportes de comandantes y combatientes. Muchos soldados optan por solicitar licencias médicas de las que no regresan, afectados por el trauma de la guerra y desmoralizados ante la falta de perspectivas claras de victoria. Otros, incluso en medio de enfrentamientos, se rebelan contra sus comandantes y rechazan órdenes directas.
Oleksandr Kovalenko, analista militar radicado en Kiev, calificó el problema como «crítico». «Este es el tercer año de guerra y el problema no hará más que empeorar», advirtió.

Aunque Rusia también enfrenta deserciones, el impacto en Ucrania es más agudo, revelando problemas estructurales profundos en su ejército. Entre estos se encuentran una campaña de movilización deficiente, unidades de primera línea sobrecargadas y un manejo desigual de la guerra. Esta crisis surge justo cuando Estados Unidos insta a Ucrania a ampliar sus filas, reclutando más soldados e incluyendo a personas desde los 18 años.
La situación pone de manifiesto los retos internos de Ucrania y cómo estos podrían influir en la capacidad del país para sostener el esfuerzo bélico en el largo plazo.
El problema de la deserción en las filas del ejército ucraniano se ha convertido en una crisis profunda, según un informe de Associated Press que revela datos alarmantes sobre la magnitud del fenómeno. Más de 100.000 soldados han sido acusados de deserción desde que comenzó la invasión rusa en febrero de 2022, según la Fiscalía General de Ucrania. Solo en el último año, casi la mitad de estas ausencias sin permiso se registraron tras una campaña de movilización que, según funcionarios y comandantes, ha fallado en gran medida.
El impacto en el frente de batalla
La deserción ha afectado de manera tangible la capacidad de Ucrania para defender posiciones estratégicas. Un oficial de la 72ª Brigada, que prefirió el anonimato, señaló que la pérdida de la ciudad de Vuhledar en octubre fue consecuencia directa de este problema. «Hemos exprimido al máximo a nuestra gente», admitió el oficial, destacando el agotamiento extremo que afecta a las tropas.
La cifra de deserciones es particularmente impactante si se considera que Ucrania contaba con aproximadamente 300.000 soldados en combate al inicio de la movilización. Según estimaciones de un legislador con acceso a información militar, el número real de desertores podría superar los 200.000, ya que muchos no regresan tras recibir licencias médicas. Este fenómeno no solo refleja el agotamiento físico, sino también el impacto psicológico que la guerra ha dejado en los combatientes, quienes enfrentan culpa, frustración y, a menudo, pesadillas recurrentes sobre las tragedias vividas.

Testimonios desde el terreno
Associated Press entrevistó a dos desertores y una docena de comandantes y funcionarios militares. Entre ellos, Serhii Hnezdilov es uno de los pocos soldados que ha hablado públicamente sobre su decisión de abandonar su unidad, enfatizando que «quedarse callado ante un problema enorme solo perjudica al país». Poco después de su entrevista en septiembre, fue acusado formalmente de deserción.
Otro desertor relató cómo inicialmente se apartó de su unidad con un permiso médico para someterse a una operación, pero después no pudo regresar. «Todavía tengo pesadillas sobre los compañeros que vi morir», confesó, reflejando el trauma emocional y la desmoralización que enfrenta un número creciente de soldados.
Un problema estructural
La deserción no solo evidencia un desgaste humano significativo, sino también fallas en la estructura organizativa y en la estrategia de movilización. Las campañas de reclutamiento han sido catalogadas como agresivas y, al mismo tiempo, ineficaces. Este colapso en la moral y el desgaste de las unidades de primera línea plantea serias dudas sobre la sostenibilidad del esfuerzo bélico ucraniano.
En este contexto, Ucrania enfrenta un dilema crítico: cómo restaurar la moral, reorganizar su estructura militar y garantizar la estabilidad en sus frentes. Los desafíos no son menores, y el tiempo, combinado con la presión internacional, juega un papel determinante en el desenlace de este conflicto.
El testimonio de los soldados ucranianos que han desertado pinta un panorama desolador de las condiciones en el frente y el impacto psicológico de la guerra. Serhii Hnezdilov, quien habló abiertamente sobre su decisión de abandonar el ejército, describió una realidad devastadora:
“La mejor manera de explicarlo es imaginar que estás bajo fuego enemigo. Ellos disparan 50 proyectiles, mientras que nosotros respondemos con uno solo. Ves a tus amigos ser destrozados, y entiendes que en cualquier momento te puede suceder lo mismo. Mientras tanto, soldados ucranianos que están a 10 kilómetros te dan órdenes por radio: ‘Adelante, prepárense. Todo estará bien’”, relató.
Hnezdilov decidió buscar ayuda médica y, antes de someterse a una operación, anunció su deserción. Después de cinco años de servicio militar, confesó que no veía ninguna esperanza de ser desmovilizado, a pesar de las promesas hechas por los líderes del país.
“Si no hay una fecha límite para el servicio militar, se convierte en una prisión. Es psicológicamente difícil encontrar razones para seguir defendiendo este país”, afirmó.
Sus palabras reflejan el agotamiento y la desmoralización que atraviesan muchos soldados ucranianos, quienes enfrentan no solo el peligro constante en el frente, sino también una sensación de abandono y promesas incumplidas que erosionan su voluntad de seguir luchando. La falta de apoyo logístico y una estrategia clara no solo mina la moral, sino que plantea graves interrogantes sobre la sostenibilidad del esfuerzo bélico de Ucrania.
La deserción en el ejército ucraniano ha tenido consecuencias devastadoras en el frente de batalla, comprometiendo líneas defensivas críticas y permitiendo avances enemigos que han costado vidas y territorios estratégicos. Associated Press documentó casos en los que unidades enteras desafiaron órdenes y abandonaron sus posiciones, dejando vulnerables a sus compañeros.

Impacto en las líneas defensivas
La pérdida de soldados por muertes, lesiones y deserciones ha sido significativa. En septiembre, un legislador informó que el ejército enfrentaba un déficit de 4.000 soldados en el frente, principalmente entre reclutas recientes. Según el jefe del servicio jurídico de una brigada, responsable de procesar casos de deserción, este fenómeno ha provocado graves consecuencias.
“Lo más importante es que abandonan las posiciones de combate durante las hostilidades, y sus compañeros mueren por ello. Hemos tenido varias situaciones en las que unidades, pequeñas o grandes, huyeron. Dejaron al descubierto sus flancos, y el enemigo llegó a esos flancos y mató a sus compañeros de armas, porque los que estaban en las posiciones no sabían que no había nadie más alrededor”, explicó.
La caída de Vuhledar
Un caso emblemático fue la pérdida de la ciudad de Vuhledar, un punto estratégico ubicado en la cima de una colina que Ucrania había defendido durante dos años. Según un oficial de la 72ª Brigada, quien estuvo entre los últimos en retirarse, la ciudad fue tomada en cuestión de semanas en octubre debido a deserciones masivas.
Críticas internas
Serhii Hnezdilov, exsoldado ucraniano, criticó duramente la gestión del conflicto. “Debido a la falta de voluntad política y a la mala gestión de las tropas, especialmente de la infantería, ciertamente no estamos avanzando en la dirección adecuada para defender los territorios que controlamos ahora”, afirmó.
Estos acontecimientos reflejan no solo el impacto de las deserciones en el campo de batalla, sino también problemas estructurales dentro del ejército ucraniano. La falta de coordinación, liderazgo y apoyo moral en el frente plantea serios desafíos para la defensa de los territorios aún controlados por Ucrania. La guerra, que ya ha cobrado un alto costo humano, enfrenta un futuro incierto mientras los soldados luchan no solo contra el enemigo, sino también contra un sistema que parece haberlos abandonado.
