La ciudad perdida de Brasil y el manuscrito 512

El Manuscrito 512 es un documento de archivo perteneciente al periodo de Brasil Colonial (de mediados del siglo XVIII) y conservado actualmente en la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro . El documento, conformado por diez páginas, está escrito en portugués y lleva el título de Relación histórica de una oculta y gran población, antiquísima, sin moradores, que se descubrió en el año de 1753. Aunque está redactado como un informe expedicionario, el documento posee al mismo tiempo ciertas características de una carta personal, considerando el carácter de relación entre el autor y el destinatario.
el documento es una narración dejada por un bandeirante portugués; el nombre del autor y jefe de la expedición, no se conservó, o se perdió entre los manchones del manuscrito. El mismo relata el descubrimiento, las ruinas de una desconocida ciudad perdida, con rasgos de una civilización altamente desarrollada de tipo grecorromano, en el serton del norte de Brasil. El informe menciona también el hallazgo de los yacimientos de oro y plata en ese contexto.

Foto del manuscrito original

Manoel Ferreira descubre el manuscrito

El documento Fue Encontrado por casualidad en 1839 por un joven erudito, Manoel Ferreira Lagos en la entonces Biblioteca de la Corte y luego fue publicado por el Instituto de Historia y Geografia de Brasil.
Según el Manuscrito 512, una expedición de bandeirantes portugueses se internó en el sertón, una vasta región del noreste brasileño en busca de las minas de oro y plata que se decía que había encontrado a principios del siglo 16, un explorador llamado Muribeca, . Con ese objetivo habían partido unas cuantas misiones, pero nunca encontraron nada excepto algunas piedras preciosas que solo lograron excitar aún más la imaginación:
El caso es que buscando esta especie de El Dorado, los expedicionarios se toparon con una vieja ciudad comida por la naturaleza que rompía con todo lo conocido por esas latitudes: grandes edificios, caminos pavimentados, arcos, relieves, estatuas… Incluso avistaron una canoa con dos hombres de tez blanca y ataviados a la europea que huyeron precipitadamente.

Los Bandeirantes buscaban minas de oro

El relato del explorador dice que Los bandeirantes llevaban vagando años viajando y quizás un poco desanimados por este peregrinaje sin fin, y por no haber encontrado las Minas Perdidas. Así fue que viajando hacia el este, Más allá de los pantanos aparecieron unas montañas escarpadas y brillantes, una cadena montañosa, ellos quedaron deslumbrados por el sitio. Un integrante de la expedición, tratando de alcanzar un ciervo blanco , encontró un camino encajado en la montaña a través del cual continuó la excursión. Desde la cima observaron unas llanuras y más allá selva virgen. Pero al continuar La exploración los llevó a divisar un «gran asentamiento, persuadiéndose de que lo que veían era una ciudad que se veia solitaria en la costa de un rio». el grupo decidió no prender fogatas esa noche y nadie durmió por la intensa espectación que generaba el descubrimiento. Enviaron emisarios, 4 indígenas fueron para ver si la ciudad estaba poblada pero estos constataron que estaba deshabitada.

Los valientes exploradores se aprestaron a ingresar, la intriga les carcomía, pero a la vez les inquietaba lo que pudiera suceder y avanzaron preguntándose quien la habría construido y que clase de tesoros podrían llegar a encontrar. Llegaron a una enorme estructura ciclopea de 3 arcos de enormes losas, al estilo del arco de trajano. En lo alto del arco central, el más grande, se veían inscripciones gastadas Y desconocidas, que no pudieron ser copiadas por la gran altura a la que estaban. El líder del grupo y autor DEL MANUSCRITO tuvo que hacer un esfuerzo y poner orden entre sus hombres, ya que la exaltación les desbordaba . Avanzaron por una calle de piedra flanqueada por edificios de dos Pisos, construidos de forma regular, simétricos y criterio urbanístico, hechos con bloques de piedra sin juntura ni mezcla, de una perfección increíble.

Ruinas de Igatú, normalmente atribuidas a los Garimpeiros, pero de origen desconocido


Atemorizados, comenzaron a recorrer el interior de estas viviendas, las bandeirantes no encontraron rastros de muebles ni objetos, siguieron calle abajo hasta una gran plaza. En el centro se alzaba una columna colosal de piedra negra y sobre ella la efigie de un Hombre con una mano descansando en la cadera y la otra apuntando hacia el norte. Los portugueses quedaron impresionados por la magnificencia de la estatua y se persignaron en silencio. Obeliscos esculpidos en las 4 esquinas de la plaza se hallaban parcialmente deteriorados, tenían rajaduras que parecían hechas por temblores. En uno de esos costados se alzaba un magnífico edificio que era posiblemente un palacio. La figura de un adolescente se hallaba esculpida a la entrada principal con caracteres e inscripciones Parecidos a los de la Antigua Grecia.

Labirinto Da Bahía Redonda, Rondonia, ruinas de origen totalmente desconocido

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