Diego Giacomini, economista argentino, traza un diagnóstico severo sobre la situación económica del país bajo la actual administración de Javier Milei. Afirma que el plan económico en curso es «dinámicamente inconsistente», una expresión técnica que traduce como un plan cuyos beneficios prometidos nunca llegan y cuyos costos iniciales no desaparecen, provocando que, eventualmente, la realidad lo destruya o el propio gobierno se vea obligado a abandonarlo.
Giacomini compara este plan con el implementado por Mauricio Macri, del cual dice que también fue dinámicamente inconsistente, especialmente en su aspecto fiscal. Remarca que Luis Caputo, actual ministro de Economía, fue justamente el responsable del financiamiento durante el gobierno de Macri, y que ahora repite estrategias similares, pero con foco en el plano cambiario. Señala que ambos, Caputo y Santiago Bausili (actual presidente del Banco Central), fueron los mismos funcionarios que negociaron el acuerdo Stand-by con el FMI en 2018.
Un escenario negativo se cierne sobre la economía argentina
Advierte que el plan necesita fuentes transitorias de dólares, ya que las reservas están comprometidas. A pesar del ajuste que celebra el FMI, la cuestión de las reservas no está resuelta, lo que podría derivar en una crisis cambiaria, inflación acelerada y caída del nivel de actividad.
Desde una perspectiva microeconómica, describe un escenario muy negativo: la mayoría de los sectores productivos enfrentan aumentos de costos en dólares, caída en las ventas, y falta de rentabilidad. Esto genera un clima antinegocios, donde la única actividad realmente rentable es la especulación con el dólar. Cita como dato alarmante que el ratio inversión/PIB promedio desde que asumió Milei es del 14%, el más bajo en comparación con los últimos seis presidentes.
“La única fuente genuina de dólares que tiene Argentina es el superávit comercial, y está tendiendo a cero. Sin reservas, sin inversión, y con el campo en crisis, este plan no tiene cómo sostenerse.”
— Diego Giacomini
Giacomini sugiere que Caputo fue impuesto como ministro por el sistema financiero y bancario, que lo utiliza como herramienta para contener la inflación con el tipo de cambio como ancla, replicando el esquema de Macri. Incluso apunta que el creador del esquema de “crawling peg” actual —que luego recomendó bajarlo del 2% al 1% y hoy sugiere al 0.5%— es un economista cercano a los 80 años, muy vinculado al sistema bancario, pero sin formación sólida en macroeconomía o política monetaria.

Desde el análisis externo, subraya que la única fuente genuina de dólares es el superávit comercial, que está desapareciendo debido a la crisis del campo y a la baja en el precio del petróleo. Sin inversiones ni dólares de exportación suficientes, el plan se sostiene artificialmente con pérdida de reservas y pago de deuda con fondos del Banco Central.
Finalmente, Giacomini indica que el gobierno sobreestimó su capacidad para reabrir el mercado voluntario de deuda. En vez de lograrlo, perdió 6 mil millones de dólares entre compras para mantener el tipo de cambio y pagos de deuda, confirmando —a su entender— que el modelo es inviable y está condenado a chocar con la realidad si no se corrige.
Diego Giacomini profundiza en la dimensión política y geopolítica del actual acuerdo entre el gobierno de Javier Milei y el Fondo Monetario Internacional, al que califica como un “nuevo acuerdo gorila”, similar al que se firmó durante el gobierno de Mauricio Macri, pero en un contexto aún más delicado. Según Giacomini, tanto entonces como ahora, el objetivo real no es económico sino electoral: evitar un colapso económico antes de las elecciones —en ese momento, las presidenciales de 2019; ahora, las legislativas de medio término— para que no resurja el peronismo y no se debilite la gobernabilidad.
Sostiene que el FMI actúa movido por su propio interés, buscando proteger a su elite burocrática, que firmó préstamos previos a sabiendas de que Argentina no podría pagarlos. En vez de enfrentar las consecuencias de esos errores, los funcionarios del Fondo habrían optado por reestructurar la deuda a través de nuevos acuerdos, alargando los plazos y otorgando más financiamiento. De este modo, logran «mostrar en los papeles» que todo está en orden, mientras trasladan el problema al próximo gobierno. Para Giacomini, el default argentino ya está implícito, y los próximos vencimientos con el FMI —24.000 millones de dólares entre capital e intereses hasta 2029— son impagables.
La devaluación es inevitable
Según él, Milei y Caputo replican la lógica del gobierno anterior, pero esta vez reclamando aún más dinero. Mientras Alberto Fernández y Guzmán rechazaron recibir los 12.000 millones adicionales que les correspondían por el acuerdo anterior, Milei los pide, y más: 20.000 millones. Todo esto, según Giacomini, forma parte de un plan que no busca solucionar los problemas estructurales de la economía, sino simplemente llegar con aire hasta las elecciones de medio término.
También afirma que una devaluación es inevitable, ya sea antes o después de las elecciones, y que, cuando ocurra, romperá la narrativa económica del gobierno. Esto dejará al descubierto que el plan era una estrategia de corto plazo sin solución de fondo.
“El FMI firmará lo que haya que firmar, no por Argentina, sino para salvar sus propios cargos. Y cuando esto estalle, volverán a hacer otro acuerdo, como siempre.”
— Diego Giacomini
Cuando el entrevistador le pregunta qué se debería hacer, Giacomini responde que rechazó ser ministro de Economía porque, al entrar en este sistema, no podría aplicar el tipo de plan que considera necesario. Describe un sistema dominado por el sector financiero, en el que los bancos están creando dinero desde la nada, utilizando el crédito al sector privado para financiar carry trade —una estrategia especulativa con altísimas ganancias en dólares—. Mientras tanto, la economía productiva se desploma: las pymes, las micropymes, la industria, el comercio minorista y la construcción sufren y son, en su mayoría, los principales generadores de empleo.
Respaldando su diagnóstico, menciona estudios que muestran caídas del consumo masivo del 22% en el segundo semestre de 2024, del 20% en octubre, noviembre y diciembre, y de otro 11% en enero de 2025 en comparación con un enero ya muy malo. A su vez, el consumo en supermercados no se recupera, según datos del INDEC. Sin embargo, sectores como el automotriz y las ventas de motos y autos usados sí muestran subas, lo que para Giacomini es evidencia de que este plan segmenta el mercado y concentra la riqueza como nunca antes.
Cierra su intervención con una advertencia: este modelo económico, profundamente antiliberal en su estructura, está beneficiando a unos pocos con gran poder económico en perjuicio de las mayorías. Si el desenlace es negativo, como él prevé, las ideas del liberalismo quedarán aún más desprestigiadas que después del ciclo de Menem y De la Rúa, hipotecando el futuro de cualquier proyecto que se ampare en el discurso de la libertad.
