Hace dos años, un grupo de residentes del condado de Wayne, en Estados Unidos, reportó el hallazgo de un hueso excepcionalmente largo que sobresalía de un arroyo local. Tras los análisis correspondientes, se confirmó que se trataba de un fémur de mastodonte, un pariente prehistórico de los elefantes modernos.
Recientemente, los arqueólogos que han estado excavando en el área hicieron un descubrimiento aún más sorprendente: un cráneo de mastodonte en excelente estado de conservación, acompañado por un colmillo y varios huesos adicionales, posiblemente del mismo ejemplar. Según las estimaciones, este cráneo data de hace 13.600 años, un período en el que estos animales coexistieron con los primeros habitantes humanos del continente.
El equipo de arqueólogos trabaja ahora para determinar si este mastodonte fue cazado por humanos o si murió por causas naturales. De confirmarse la intervención humana, este hallazgo podría arrojar nueva luz sobre la interacción entre los primeros americanos y la megafauna. Cabe destacar que este descubrimiento es único en esta región de Estados Unidos y representa el primer hallazgo de su tipo en el condado de Wayne.
Los restos han sido sometidos a datación por radiocarbono, lo que permite situar a este mastodonte en un contexto histórico que coincide con el periodo de ocupación humana temprana en América del Norte. Los fósiles serán trasladados al Museo Prairie Trails en Corydon, Iowa, para formar parte de una exhibición pública, según informó el equipo arqueológico.
Los mastodontes, como el protagonista de este descubrimiento, eran mamíferos de gran tamaño relacionados con los elefantes y los mamuts. A diferencia de los mamuts lanudos (Mammuthus primigenius), los mastodontes eran más pequeños, con un peso promedio de 6 toneladas, y habitaron América del Norte desde Alaska hasta el centro de México entre hace 3,5 millones y 13.000 años. Según el Museo de Historia Natural de San Diego, el calentamiento global y la caza por parte de los humanos habrían sido factores clave en su extinción.
Este hallazgo no solo enriquece el conocimiento sobre la vida prehistórica, sino que también ofrece una ventana fascinante al pasado de la interacción entre humanos y la megafauna de la región.


